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domingo, 10 de septiembre de 2017

CRÓNICA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, RUDYARD KIPLING


Portada de “Crónicas de la Primera Guerra Mundial”, de Rudyard Kipling



“Crónicas de la Primera Guerra Mundial”, de Rudyard Kipling, colección de artículos de prensa sobre el conflicto bélico que asoló Europa.

Artículos escritos para levantar el ánimo de la tropa y animar al pueblo francés por la segura victoria de los aliados.


Todos los lectores conocen a Rudyard Kipling lo hayan leìdo o no, pero su nombre les habla de un gran escritor inglés aunque nacido en Bombay (la India) país en el que pasó los primeros años de su vida y le marcó profundamente.

Escritor especialmente controvertido que gozaba de pocas simpatías por sus ideas imperialistas y militaristas, autor entre otras de la famosa obra “El libro de la selva” que fue llevada al cine animado con gran éxito. Kipling, además, es considerado el creador de ideas estereotipadas de países como la India o Japón, aunque todas estas características no le impedían ser reconocido como un extraordinario cuentista y un excelente poeta, a pesar de las críticas recibidas porque escribía versos de excesiva claridad.

En esta obra Crónicas de la I Guerra Mundial, corta en extensión porque sólo tiene 121 páginas, constituida por la compilación de los artículos periodísticos de cariz propagandístico para levantar la moral a la tropa y contra el ejército alemán, al que calificaba de "deshumanizado", que escribió Kipling durante el conflicto bélico llamado la Gran Guerra, no deja de hacer continuas alabanzas al pueblo francés, a su cultura y lengua, en un denodado esfuerzo por fomentar la sensación en los lectores de una futura victoria de los aliados.

Esta obra es un conjunto de crónicas excelentes que sirven de eficaz testimonio de esa difícil época que pasó Europa en la que los intelectuales tuvieron que sufrir una excesiva presión para evitar sus críticas al conflicto bélicos, sus causas y la forma de ser llevado a cabo por los gobernantes de los países aliados que intervinieron en el conflicto.

Kipling no quiso mantener un silencio cauto y manifestó sus ideas no siempre comprendidas, a pesar de que su hijo Jack murió en el frente, lo que no le hizo perder el fervor en defensa de sus ideas, aunque, paulatinamente, fue cayendo en una profunda desilusión.

Esta obra es, pues, una colección de crónicas escritas de primera mano por un testigo de excepción que vivió en aquella convulsa época en la que Europa se vio envuelta en un espantoso conflicto bélico que no arregló los problemas políticos existentes y que, dos décadas después, se vio continuado con la II Guerra Mundial como colofón siniestro a la locura humana.

Por ser artículos periodísticos que obligan a la brevedad y la concisión, esta obra ofrece una lectura amena, clara y directa de la controvertida visión personal de su autor de la I Guerra Mundial, uno de los mejores escritores de cuentos en lengua inglesa que ofrece en todos sus escritos una prosa, clara, sencilla y directa.

Su lectura es recomendable pues no es una obra escrita a posteriori y usando los archivos históricos de la I Guerra Mundial, sino que tiene el interés intrínseco de estar escrita por quien la vivió directamente y realiza un continuo intento para elevar no sólo la moral de los soldado, sino también para animar a la población civil europea de la natural depresión por ser los destinatarios directos del sufrimiento, terror y muerte que conlleva un conflicto armado de la magnitud de la Gran Guerra.

Se podrá estar de acuerdo o no con los planteamientos que hace Kipling, pero sus comentarios al respecto de los sucesos bélicos no pueden dejar indiferentes a nadie, porque en ellos se muestra el esfuerzo de un hombre, de un gran escritor, por encontrarle sentido al sinsentido de toda contienda, de toda carnicería que es toda guerra,  en  la que nunca puede haber vencedores ni vencidos, sólo países derrotados por el sufrimiento, el horror y la muerte en una escalada mortal de locura colectiva.
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Crónicas de la Primera Guerra Mundial, Rudyard Kipling, Traducción de Amelia Pérez de Villar.` Fórcola. Madrid, 2016.